poligamia y vinu
Fotografía cortesía dede Freixa
Identidad

¿Podemos vincularnos por fuera de la monogamia?

Brigitte Vasallo, autora de “El desafío poliamoroso”, nos ayuda a entender nuevas formas de vincularnos.

Algo anda mal en el reducto progresista al que pertenezco. Veo a mi entorno chocarse contra las paredes de la lógica que nos contiene: el tiempo que vivimos nos obliga, al menos en la vidriera que somos para las redes sociales, a definirnos críticos de todo. De nuestros comportamientos, de nuestros privilegios, de nuestras rutinas diarias. Y esa crítica también permea el lugar de lo íntimo, porque, repetimos, lo personal es político. Muchas veces, estos nuevos mandatos discursivos que evocamos como mantras para recordar que estamos a favor de todo lo bueno y en contra de todo lo malo se vuelven nuestra condena. Y así estamos, reventados como moscas cansadas contra los filtros que ponemos para acceder a una estructura mayor, algo que nos permita entender un sistema y, sobre todo, al gancho necesario para que las rupturas que hagamos sean verdaderamente disruptivas, que no nos alcance con un eslogan que fácilmente puede levantar una marca de cosméticos cualquier día de estos para decir: lo logramos, estamos cambiando las cosas, estamos vinculándonos de una manera diferente. 

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En todo esto pensaba cuando llegó El desafío poliamoroso a mis manos. En su ensayo, editado en Argentina por editorial Planeta, Brigitte Vasallo —escritora y activista feminista y antirracista— recorre aquellas conceptualizaciones que en el algoritmo de Instagram y Twitter se enuncian mucho pero se conocen poco. ¿De qué manera la monogamia modela nuestras vidas, más allá de estructurar con quién tenemos sexo? ¿Por qué la idea de familia es tan limitante para nuestras búsquedas épicas? ¿Dónde erramos cuando olvidamos que nos enunciamos desde una cosmovisión occidental? Y más importante: ¿cómo construir, finalmente, las formas de vincularnos que rompan las cadenas de las opresiones? Por eso llamé a Brigitte, quien conversó con VICE sobre su libro y las formas en las que ella emprende esta búsqueda en su propia vida. 


Vice: ¿Cómo definís la monogamia? ¿Cómo incide en nuestras vidas? 

Brigitte Vasallo: defino la monogamia desde una perspectiva de sistema, porque hasta ahora estaba definida como una práctica y, definida así, no encajaban las piezas. Tal y como yo la defino, la monogamia es un sistema que nos organiza socialmente a través de la afectividad, poniendo en el centro de la estructura jerárquica la pareja. Da igual que tenga dos personas o que tenga siete. Este sistema organiza la supervivencia material misma, de manera que si tienen pareja tienen ventajas fiscales, la posibilidad de ser reconocida por un Estado como residente, derechos sobre el cuerpo de la otra persona en caso de accidente, etcétera, etcétera. Y excluye a todo el resto de la red de afectos menos a la familia sanguínea de tener estas posibilidades. Es decir: el sistema hace que la vida sin pareja sea extremadamente complicada. Y al mismo tiempo, la monogamia trabaja activamente para que otras formas de vida comunitaria sean desactivadas. El desafío es que el poliamor no fuese una copia multiplicada de las formas de este sistema.

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En tu libro hablas de una restricción por parte del sistema de todo aquellas formas de relación no monógamas. ¿Qué hacemos quienes no nos sentimos a gusto, si no quedan espacios libres en este sistema? 

Yo no creo que queden espacios libres o no capturados. Pero tenemos que saber qué hacer colectivamente, porque esto no va de opciones individuales. Colectivamente podemos crear espacios de resistencia, y en ese sentido, aspirar a hacerle rasguños y grietas. 

Pensando en esas resistencias y rasguños, ¿qué herramientas del campo queer y de las disidencias sexuales contienen claves para pensar en profundidad formas de vincularnos radicalmente distintas? 

En Argentina tienen una suerte tremenda porque la comunidad travesti hace un gran trabajo que yo sigo y admiro profundamente. Me parece que es muy necesario y muy trascendente, porque están marcando unas líneas de pensamiento que apuntan a dónde tenemos que ir: todo el trabajo de Violeta Ríos Alegre, Marlene Wayar, Susy Shock, me parece imprescindible. Imprescindible en el sentido más amplio de la palabra, imprescindible también cuando piensan en políticas del deseo y en políticas de la representación. Me interesa mucho. Y desde las comunidades minorizadas en general tenemos un montón de información que es trascendente. Entre mujeres que tenemos relaciones sexoafectivas con mujeres, por poner un ejemplo, las separaciones son de otras maneras, porque no tenemos grandes comunidades en las que desaparecer o en las que fundirnos. Porque todas las violencias que vivimos cotidianamente hacen que no podamos permitirnos esas formas de articulación. Lo cual no quiere decir que no existan, pero no son espacios hegemónicos. 

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En ese sentido, en el libro hablas de que las personas que buscan salirse del sistema monógamo encuentran pocos ejemplos o referencias. ¿Dónde buscas vos tus referencias de estas formas de amor en un nivel personal? 

Yo no sé si busco tanto los ejemplos de cómo hacer, sino los ejemplos de cómo no hacer. Creo que con eso ya hay camino: buscando acompañadas y colectivamente las cosas que queremos y no queremos reproducir. A partir de ahí podemos construir de otra manera y fijarnos en experiencias que no necesariamente se nombran como cuir o poliamorosas. Hay un montón de experiencias que no se nombran así y de las que aprendo constantemente, y que aplico en mi vida. 

El mundo atraviesa una crisis económica y social enorme por la pandemia. ¿Qué evidenció en términos vinculares todo este caos? 

En el contexto pandémico se evidenció que las redes afectivas no son un discurso intelectual, que esto no es una pirueta que estamos haciendo para escribir libros resultones; sino que son una necesidad, una urgencia, y, además, constató que esas redes existen y que sin ellas no podríamos sobrevivir. La gestión de la pandemia, ya hemos visto, es una construcción ficticia: no se puede entender un virus pensando en fronteras humanas cuando la solución que se dio del confinamiento entiende que todo el mundo tiene un hogar y que ese hogar es un lugar seguro. Todo esto pone de relieve cuán equivocado está este sistema sobre nuestras vidas, qué difícil se nos hizo la supervivencia metidas en estos cajoncitos. Así que yo creo que la pandemia ha sido y está siendo extremadamente reveladora.

Considerando la base lectora de tu libro, ¿hay elementos del poliamor que puedan ser tomados por quienes elijan relaciones monógamas para vincularse de forma más sana? 

Si yo no he escrito un libro sobre poliamor, o para personas poliamorosas, o para que la gente se haga poliamorosa. He intentado hacer es un libro que nos permita ser un poco más libres en nuestras elecciones, sean las que sean, porque las personas escogemos lo que nos sienta bien de entre las posibilidades, y hacemos lo que podemos con lo que tenemos. Así que se trata de intentar darnos posibilidades de escoger viendo un poco más los hilos, y elegir lo que nos haga bien en cada momento.